sábado, 11 de mayo de 2019

Identidad

Noche ha apartado el portátil de la mesa de dibujo y trabaja con lápices un gran paisaje onírico con un punto de vista muy alto, un amanecer en un horizonte muy lejano y diversos elementos geométricos que proyectan largas sombras. Con un lápiz en la boca y las gafitas de leer, es la imagen de la concentración. De pronto levanta la mirada, se fija en el Profesor, que lee en el sillón de orejas, y dice

    No te veo escribir.
    Estoy leyendo.
    Quiero decir que hace tiempo que no te veo escribir.
    Porque  no lo hago.
    ¿Y eso por qué?
    Cuando te pones a escribir crees que tienes algo que contarle al mundo. Luego, con el tiempo, descubres que es para ti mismo para quien inventas esos relatos y que no pretendes otra cosa que introducir algo de orden en tus ideas y tus recuerdos.
    Eso no es malo.
    Ni bueno.
    Los relatos construyen nuestra identidad —dice Noche como si citase.
    Exacto: eso es lo que me pesa, tanta identidad.
    ¿Querrías ser otro?
    Querría ser muchos.
      muchos: esa es la magia de la literatura.
    Para otros quizá. Yo solo sé escribir sobre mí mismo.
    A mí me gusta que lo hagas.
    Claro, porque para ti soy otro.
    ¿Seguro?

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