viernes, 6 de marzo de 2020

Arjé

B levantada su mano derecha con la palma hacia arriba. Sobre ella reposa el objeto de la caja de tesoros de Noche que desde hace poco se llama Realidad. Noche, sentada a horcajadas en una silla que a saber de dónde la habrá sacado y con los brazos apoyados en el respaldo, le observa. De pronto, va B y dice

    Tales diría que está hecho de agua, pero no es el caso.
    No parece.
    Anaxímenes nos propondría el aire, pero…
    No, aire no es.
    Heráclito vería fuego en su constitución.
    Pero arder no arde.
    Jenófanes, además de lo húmedo, mencionaría la sequedad de la tierra.
    Pero es que tierra tampoco parece.
    Y Empédocles explicaría que el objeto está constituido por una mezcla de tierra, de agua, de aire y de fuego.
    B, eso más difícil de rebatir, pero lo de los cuatro elementos no me acaba de convencer… ¿Profesor, tú que piensas?

El Profesor, que parece volver de ninguna parte, mira al objeto que sigue en la mano de B y, tras pensarlo un poco,  dice

    Pienso que puede ser un símbolo de resistencia, un cruce de caminos, un burujo de líneas de fuerza, un poco de espacio concentrado, un refugio, la encarnación de un olvido, la evidencia de un fracaso denominador, el triunfo de la inutilidad, quizá una puerta, o un pensamiento fósil, o un concepto nonato, o el excremento de un animal fantástico, puede que un trocito de materia sin forma, un sueño apenas incoado, el único resto de un naufragio, una piedra falsa, un momento de enajenación, un milagro termodinámico, un cebo, un arquetipo abandonado, un signo sin referente, un préstamo del vacío, un momento de calma, un deseo inconfesado, quizá tan solo una improbabilidad, quizá tan solo un poco de nada.

El Profesor encoje los hombros en señal de haber terminado. B sonríe, cierra su mano sobre el objeto y se lo ofrece a Noche, que lo coge y lo guarda con mucho cuidado en su caja de tesoros.

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