B levantada su mano derecha con la palma
hacia arriba. Sobre ella reposa el objeto de la caja de tesoros de Noche que
desde hace poco se llama Realidad. Noche, sentada a horcajadas en una silla que
a saber de dónde la habrá sacado y con los brazos apoyados en el respaldo, le
observa. De pronto, va B y dice
—
Tales diría que está hecho de
agua, pero no es el caso.
—
No parece.
—
Anaxímenes nos propondría el
aire, pero…
—
No, aire no es.
—
Heráclito vería fuego en su
constitución.
—
Pero arder no arde.
—
Jenófanes, además de lo
húmedo, mencionaría la sequedad de la tierra.
—
Pero es que tierra tampoco
parece.
—
Y Empédocles explicaría que
el objeto está constituido por una mezcla de tierra, de agua, de aire y de
fuego.
—
B, eso más difícil de
rebatir, pero lo de los cuatro elementos no me acaba de convencer… ¿Profesor,
tú que piensas?
El Profesor, que parece volver de ninguna
parte, mira al objeto que sigue en la mano de B y, tras pensarlo un poco, dice
—
Pienso que puede ser un
símbolo de resistencia, un cruce de caminos, un burujo de líneas de fuerza, un
poco de espacio concentrado, un refugio, la encarnación de un olvido, la
evidencia de un fracaso denominador, el triunfo de la inutilidad, quizá una
puerta, o un pensamiento fósil, o un concepto nonato, o el excremento de un
animal fantástico, puede que un trocito de materia sin forma, un sueño apenas
incoado, el único resto de un naufragio, una piedra falsa, un momento de
enajenación, un milagro termodinámico, un cebo, un arquetipo abandonado, un
signo sin referente, un préstamo del vacío, un momento de calma, un deseo
inconfesado, quizá tan solo una improbabilidad, quizá tan solo un poco de nada.
El Profesor encoje los hombros en señal de
haber terminado. B sonríe, cierra su mano sobre el objeto y se lo ofrece a
Noche, que lo coge y lo guarda con mucho cuidado en su caja de tesoros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario