Está el Profesor leyendo Le Bouquin de la Bande Dessinée. Cierra de pronto el libro y dice
—   
Mira lo que pone aquí: Tintín,
Hadock, Milú, Tornasol.
—   
Vale.
—   
Escucha esta otra: Astérix, Obélix,
Idéfix, Panorámix.
—   
Vaaale.
—   
Esto ya es mío: Don Quijote,
Sancho, Rocinante, Urganda la desconocida.
—   
No sé si maravillarme o
lamentarme. Esta obsesión tuya por los esquemas a veces me agobia.
—   
No entiendo por qué. Los
esquemas son muletas conceptuales: nos ayudan a comprender y, a la vez, nos
proporcionan un vehículo de liberación.
—   
¿Un esquema nos puede
liberar?
—   
Sí, porque nos dice qué
tenemos que buscar para impugnar el modelo.
—   
Popper.
—   
Mira que sabes. 
—    A ver, vamos
a aplicar tu esquema a Star Trek.
—   
Esa es buena.
—   
Kirk, Spock, ¿el Enterprise?… y ¿Spock otra vez? No,
rectifico: Kirk, Bones, el Enterprise y
Spock.
—   
¿Ves la potencia del esquema?
Hasta cuando parece no funcionar, funciona.
—   
Venga, ahora aquí, entre
nosotros.
—   
Tú, yo…
—   
Será al revés.
—   
En absoluto, Noche: tú eres el personaje
principal, yo el segundón, el personaje sabio sería B., claro, pero no doy con
el personaje no humano. Quizá el gato del vecino.
—   
Pero ese hace siglos que no
aparece por aquí. Oye, ¡podríamos tener un gatito!
—   
Ni lo sueñes.
—   
Si soy el personaje principal
exijo tener un gatito.
—   
Ni se te ocurra.
—   
¡Quiero un gatito!...     
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario