—
Profesor, no entiendo lo de
la relatividad.
—
Bueno, no es un concepto
fácil: pone a prueba nuestra concepción del espacio y del tiempo y…
—
No, no, me refiero a esa
relatividad. Pienso en la de Galileo.
—
Pero esa es trivial.
—
Pues cuenta.
—
Ven, siéntate aquí.
—
¿En tus piernas?
—
No, en mi silla.
—
Vaya.
—
Ahora, gira muy, muy despacio
mientras miras la estantería del fondo.
—
Vale. ¿Y qué?
—
Se mueve.
—
¿Qué se mueve?
—
¿No ves cómo se mueve la
estantería?
—
Sí, claro.
—
Pero la cosa es que no se
mueve: tan solo te lo parece. Esa es la relatividad.
—
¿De verdad que no se mueve?
—
…
—
¿Profe?
—
Bueno, respecto de ti sí.
—
Entonces, ¿por qué dices que
no se mueve?
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