Noche abre de golpe los ojos, se despereza,
mira al Profesor, le sonríe como si todas las mañanas del mundo hubiesen tomado
conciencia en ese mismo instante y dice
—
¿Ese desayuno?
El Profesor desaparece para volver
enseguida, ante la mirada sorprendida de Noche, con una caja de bombones, dos
copas y una botella de champán.
—
Profesor, ¿ya no está de moda
el café?
El Profesor deja la bandeja en el suelo, se
sienta en él y le ofrece a Noche un bombón que recibe directamente en su boca.
Al morderlo se libera un dulce licor que la sorprende. Con gesto socarrón,
Noche le ofrece a su vez un chocolate al Profesor. Después, éste descorcha la
botella de Champán, llena las copas y le tiende una a Noche. Brindan sin
palabras y beben. Entonces el Profesor saca un pequeño libro y lee
—
El alba vuelca sus rosas en la copa del cielo... En el aire de
cristal se desgrana el canto del último ruiseñor... El aroma del vino es
más suave... ¡Y pensar que hay insensatos que en esta misma hora sueñan con riquezas y distinciones! ¡Qué sedosa es tu cabellera, amada mía!
—
Más.
—
Cuando la brisa matinal entreabre las rosas y les dice que ya las violetas desplegaron su espléndido ropaje, sólo es digno de vivir quien contempla a una joven dormida, coge su copa, la apura, y la arroja después.
—
Más.
—
Ese vapor sutil que envuelve las rosas, ¿es una voluta de perfume
o el débil amparo que les dejó la bruma? Tu cabellera, caída sobre tu rostro,
¿es la noche que tus miradas van a disipar? ¡Despierta, amada mía, el sol dora
nuestras copas! ¡Bebamos!
—
Más.
Los versos son Rubayat de Omar Jayyam.
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