sábado, 27 de abril de 2019

Ex nihilo

Noche viste su mono de pintar y pinta. El Profesor hojea un libro de pinturas de Vermeer. Noche dice

    Profesor, ¿por qué tenemos que ser originales?
    No estamos obligados.
    ¿No crees que se nos exige?
    Se nos valora.
    Pero, ¿no es una impostura?
    Desarrolla.
    Todos partimos de nuestra experiencia: ser original es borrar las pistas que nos relacionan con nuestras fuentes, pero, ¿por qué ocultarlas?
    Hoy muchos hacen lo contrario: hacen de la cita el centro de su obra y lo llaman homenaje.
    Sí, pero con eso pretenden ser originales.
    Tienes razón. Supongo que todo creador quiere serlo ex nihilo.
    Complejo de dios.

Noche recoge el caballete y las pinturas. El Profesor abre una botella de vino, sirve dos copas y ambos se sientan en el sofá.

    Lo cierto —dice el Profesor— es que hay una paradoja en todo esto. ¿Te imaginas un producto completamente original, algo tan nuevo y tan distinto que no tuviese que ver con nada?
    Nadie lo entendería.
    Exacto. Es evidente que el arte necesita ser original porque necesita sorprender para captar la atención, pero tampoco puede serlo en exceso, porque entonces pierde toda conexión con el espectador.
   
   
    Qué suerte ser mediocres, ¿verdad?

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