Noche ha cogido un palo largo y con él abre
surcos en la pintura que ha tirado sobre la tela. El Profesor sigue mirándola.
Noche se para y dice
—
Pero, si no les interesa la
razón, ¿por qué discuten?
—
Para convencerte.
—
Muy bien, genio, pero, ¿por
qué ese interés en convencerme? ¿No es extraña esa obsesión de los creyentes
por promover la fe de los demás?
—
Es la fe mimética.
—
¿Perdón?
—
La fe solitaria no se
sostiene, pero la fe compartida es sólida y poderosa. Creemos en lo que creen
los demás. Uno puede estar equivocado, pero muchos no.
—
Así, cuantos más crean a
su alrededor más convencidos estarán de su propia fe.
—
Es la democracia de la
creencia.
—
Profesor, estamos diciendo
que intentan convencer a los demás para estar ellos más seguros de sus
fantasías.
—
Sí.
—
Uf.
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