domingo, 26 de mayo de 2019

Fe I

Noche está vestida con su mono de pintar y arroja con verdadera furia montones de pintura a un enorme lienzo que ha colocado horizontalmente sobre el suelo. La pintura, ni sólida ni líquida, impacta con el lienzo formando grumos, explosiones, estelas.

El Profesor, sentado en el sillón de orejas, la observa. En cierto momento dice

    Noche, ¿qué ha pasado?
    Un imbécil me ha dicho que yo, en el fondo, creo.
    ¿Crees qué?
    Pues en dios, en qué va a ser.
    Pero no crees.
    Pues claro que no, qué tontería. 
    ¿Entonces?
    Pues que el tipo se ha atrevido a decirme lo que realmente pasa en mi cabeza, el muy hijo de puta se ha jactado de saber lo que pasa en mi cabeza y se ha atrevido a decírmelo y a…
    Contexto. 
    Estábamos hablando de la existencia de dios: me acababa de soltar el argumento de que todo tiene una causa y que por tanto debe haber un dios causa del universo. Cuando le contesto lo clásico, que, en tal caso, dios también debería ser efecto de una causa previa, me suelta que yo, en el fondo, pese a esconderme tras todos esos argumentos, tengo fe. Hijo de puta…
    Le has dejado sin salida, has desmontado su débil chiringuito argumental: en términos técnicos: has hecho que se le caigan los palos del sombrajo.
    ¿Y?
    Pues que los animales, cuando nos vemos acorralados, nos revolvemos a la desesperada. ¿Acaso pretendías que te diese la razón?
    Naturalmente.
    Noche, ¿de verdad crees que si les interesase lo más mínimo la razón seguirían creyendo?
    Wow.

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