Noche está trasteando con el ordenador en
la mesa de dibujo. El Profesor se acerca por detrás, le pone las manos en los
hombros y empieza a darle un suave masaje. Noche, sin girar la cabeza, dice
—
Profesor, qué gusto…
—
…
—
Nunca me habías tocado así.
—
No sé por qué hoy necesitaba
comprobar que existes.
—
Y para eso necesitas tocar…
—
Ya sabes cómo soy: solo
existe la materia.
—
¿Y yo soy solo eso, materia?
—
Noche, tu materia es la
materia de los sueños.
Noche se levanta, se da la vuelta, extiende
sus brazos por encima de los hombros del Profesor, los cierra tras su cuello,
acerca su cara a la suya, sus labios a los suyos y le besa lenta, muy
lentamente.
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