domingo, 17 de noviembre de 2019

Transparente

Encima de la mesa del sofá hay un montón de botellas y frascos. Noche echa líquidos en una coctelera con un medidor plateado. Cuando se da por satisfecha, cierra la coctelera y la agita. A continuación la destapa y llena dos copas cónicas. Le pasa una al Profesor, que está sentado a su lado contemplando toda la operación, y le dice

    Prueba.
    ¿Qué lleva?
    Vermú, ginebra y otras cosas.
    ¡Está buenísimo! Es dulce, pero al final emerge un regusto amargo. Es como si estuviese escondido, como si bajo la apariencia…
    Esa es la idea.
    ¿Eres tú?
    Yo pensaba en ti.
    Además, es bonito: esos brillos iridiscentes…
    Tenemos que ponerle nombre.
    Noche.
    ¿Un matemático le pone su nombre a su teorema?
    No, tienes razón.
    Profesor.
    Nada hay menos sugerente que pedir en la barra de un bar un Profesor. No…
    Ya lo tengo: Transparente.
    ¿Transparente? Me gusta, pero lo cierto es que no es transparente.
     Precisamente por eso.

El Profesor levanta su copa, mira la luz a través del líquido translúcido y dice

    Transparente. Me gusta. Es literario.

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