Noche y el Profesor parecen mirar la
pantalla de la televisión, aunque está apagada.
—
Hablando de sueños —dice el
Profesor—. He oído que, si estás infectado, puedes tener sueños más intensos,
más vívidos.
—
Sí, eso dicen. Dicen tantas
cosas.
—
A mí me inquieta pensar que
algo tan íntimo como los sueños pueda ser alterado y hasta potenciado por un
virus. Nos revela tan frágiles, tan expuestos, tan dependientes de lo más
pequeño hasta en lo más profundo de nuestra psique que me hace pensar que
nuestra percepción del yo quizá sea...
—
También lo hacen las malas
digestiones —le interrumpe Noche.
—
…
—
…
—
Pues también tienes razón.
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