Noche está sentada en el suelo con las piernas cruzadas debajo de la mesa baja y los brazos apoyados encima. Toca con los dedos el disco de cristal y mira sobre él la fantasmal imagen de un gato que, hecho un ovillo, parece dormir. El Profesor se acerca y dice
— Te ha gustado, ¿eh? Te pasas el día jugando con el amplificador.
Noche le mira un instante con cara de pocos amigos, vuelve al cristal y contesta
— No consigo imágenes como las tuyas.
— Ya te dije que es una cuestión de práctica. Pero ese gato se ve perfecto… Hasta parece que se le oye ronronear.
— No me refería a la nitidez. Me refiero a la historia. Por favor, un gato durmiendo, es patético.
— Intenta otra cosa.
— Lo he hecho, pero en cuanto complico el relato salen las chispitas y adiós imagen.
— No lo compliques.
— Pero tu sueño…
— Si lo piensas, es una simpleza: una playa, alguien que mira, unas pisadas.
— Pero está lleno de sugerencias.
— Si la realidad se limpia de hojarasca se vuelve significativa.
Noche deja de tocar el disco y el gato se desvanece. Piensa un poco, mira al Profesor y dice
— Es que a mí me gusta la hojarasca.
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