Noche se pasea por el salón en braguitas y camiseta. Sobre esta aparece impreso el número 28. El Profesor limpia con un paño los tubos de la clepsidra.
—
Profesor, ¿cuántos años
tienes?
—
Cincuenta y cinco.
—
Como siempre.
—
Sí.
—
Pero han pasado más de tres
años.
—
Solo en cierta manera.
—
Será para ti, porque yo, de
todas las maneras, tengo tres años más.
—
El paso del tiempo depende de
lo perfilado que esté el personaje.
—
¿Quieres decir que no estoy
perfilada?
—
Quiero decir que eres joven,
que cambias constantemente, que ese es, precisamente, tu leitmotiv, cambiar, mientras que yo…
—
¿No puedes cambiar?
—
… estoy demasiado hecho para
que eso sea fácil. Y sin cambio no hay tiempo.
Noche, asomada a la ventana de la cuarta
pared, nos mira casi sin gesto. De ponto una sonrisa aflora a sus labios, se da
la vuelta y se va hasta el Profesor, se siente ahorcajadas sobre él y dice
—
Yo te puedo ayudar a cambiar.
Por ejemplo, tú y yo podemos romper esa tonta regla acerca del sexo y ponernos
ahora mismo a…
—
Noche, en mi personaje no
cabe el cambio.
—
Menuda excusa barata.
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