El Profesor entra de la calle y se encuentra a Noche hecha un ovillo en el sofá, sollozando. Se sienta a su lado, le acaricia el pelo y dice
El Profesor la coge de la mano, pero Noche
la aparta. Le mira, pero no parece reconocerle. Por fin, tras una larga
exhalación, es ella quien le coge la mano a él y se pone a hablar.
—
Profesor, estoy abrumada,
estoy dolorida, tumefacta. Sí, eso es: estoy hinchada. Me siento
embotada. Tanta crueldad… es que no puedo soportarlo. Es horrible,
espantoso. La vida me asfixia. No sé qué hacer. La injusticia… es tan salvaje,
tan absurda. Ir en metro es vivir un esperpento, una sátira ciberpunk escrita
por Valle-Inclán. En cada viaje encuentras una imagen más grotesca que la
anterior. ¿Cuánto de humano queda en nosotros? ¿Somos humanos? Estoy
exhausta.
Tras unos segundos de silencio, el Profesor
dice
—
Tienes razón: la vida es un
asco. El dolor empapa el mundo. Y todo apunta a que el futuro va a ser peor.
Somos individualistas, cortoplacistas y estúpidos. Una plaga de ocho mil
millones de individuos que infecta el planeta. No me cabe duda de que lo
más sensato es el suicidio.
Noche abre la boca como para decir algo,
pero no lo hace. El Profesor sigue hablando.
—
Por otro lado, no hay prisa.
El suicidio es una opción, pero, mientras nos lo pensamos, podemos bailar. Con
los pies o con la cabeza podemos escarbar entre la basura y buscar algo de la
belleza que se esconde por ahí y vivir esos momentos fulgurantes y efímeros que
nos hacen sentir durante un instante que todo está bien. Es mentira, por
supuesto, aunque no del todo, porque durante esos momentos sin tiempo no existe
nada que no sea ese puñado de neuronas que somos chisporroteando en la nada.
Noche mira al Profesor, frunce el ceño y
dice
No hay comentarios:
Publicar un comentario