El Profesor anda metiendo cosas en una caja de cartón. Noche le mira mientras le da mordiscos a una zanahoria que mastica con el lado derecho de la boca. Dice
—
Profesor, ¿qué haces?
—
Voy a bajar los cedés al
trastero.
—
¿Por qué?
—
Porque no los ponemos nunca,
porque lo tenemos todo en la red, porque de vez en cuando hay que hacer
limpieza y porque las tecnologías me van pasando por encima y me hacen sentir cada día más viejo. No quiero trastos.
—
¿Recuerdos?
El Profesor termina de
llenar una caja, la sella con cinta de embalar, mira a Noche y dice
—
Peor: proyectos. Uno, sin
darse cuenta, compone una biblioteca, una discoteca, llena su casa de objetos
que son memoria y también manifiesto: las estanterías recogen un diario de
experiencias, de sensaciones, de pensamientos y descubrimientos. Todo está ahí,
bien visible. Entonces, de pronto, lo que es un tesoro se convierte en basura.
Lo que era mi retrato, mi carta de presentación, precipita en material de
vertedero.
—
Pero no pensarás tirar todo
eso: los discos, las películas….
—
No, pero solo por una razón:
quizá mañana no haya internet.
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