El Profesor lee El vellocino de oro, de Graves. Noche ve un incendio tras otro en la televisión. Va y dice
—
De verdad que no entiendo a
los negacionistas. ¿Cómo se puede ser tan irracional?
—
Porque la razón atenta contra
la libertad.
—
¿Qué tontería es esa?
—
Te voy a contar una historia.
Estamos en la Grecia mítica. Esculapio ha montado una escuela de medicina.
Pronto los sacerdotes de Hades, dios del inframundo, se quejan de que esa
escuela, al enseñar cómo curar enfermedades, disminuye el número de muertos y
por tanto su clientela. Esculapio se defiende diciendo que, al salvar niños,
estos tendrán a su vez hijos y que, como tarde o temprano todos acabaran
muertos, con ello su escuela no hace más que aumentar los futuros súbditos del
dios infernal.
—
Bien argumentado. Bien por
Esculapio.
—
Quizá demasiado bien. Y es
que el argumento es tan bueno que le molesta al mismísimo Zeus, porque, (atención,
aquí viene lo bueno), al ser incontrovertible, solo se puede responder con
violencia.
—
Wow!
—
Sí.
—
¿Entonces?
—
No hay solución. Siempre
habrá gente que, si se siente acorralada por las palabras, si ve que los argumentos
contradicen su forma de ver el mundo, se defenderá a golpes.
—
Casi es mejor no tener razón.
—
A veces es más saludable, sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario