Noche acaba de llevarse una cucharada de caviar a la boca. Lo ha apretado suavemente con el paladar para que las huevas, al estallar, liberen lentamente su sabor. Cuando termina, abre los ojos y dice
—
Profesor, ¿por qué te parece
tan difícil pedir un deseo?
—
Porque no pides un deseo,
sino su satisfacción, y la satisfacción del deseo suele implicar la pérdida de
muchas otras cosas y resultar con frecuencia decepcionante. Vivo mejor en la
víspera.
—
Soñando.
—
Se puede decir así: en los
sueños hay menos sorpresas.
—
Y conmigo, ¿sueñas?
—
Siempre.
—
Te odio.
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