En medio del salón se ve una columna de metro y medio de altura de aspecto jónico aunque hecha de metacrilato. Encima de la columna está la copa del Profesor. Este la observa.
—
Profesor, las metáforas son
solo eso, metáforas.
—
Las reglas del juego están
para cumplirlas.
—
Nadie ha dicho que haya
reglas. Ni juego.
El profesor coge la copa y la vacía de un
trago.
—
Oká. Listo.
—
Gracias, Profesor. Ahora,
¿por qué no me cuentas una de tus historias mientras despierto?
—
Eso está hecho.
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