jueves, 25 de octubre de 2018

Vacaciones pastoriles

El Profesor entra tirando de una pequeña maleta con ruedas. Noche está sentada en el sillón de orejas. Viste unos leggins negros y una camiseta de manga larga igual de negra estampada con un dibujo del Keep On Truckin' de Crumb. En sus piernas cruzadas apoya el libro Proverbios y cantares, de Machado.

    Profe, ¿qué tal tus vacaciones pastoriles?
    Para lo ecologista que eres me sorprende lo poco que te gusta la naturaleza.
    Que me preocupe mi supervivencia futura no quiere decir que desee vivir entre cabras.
    Lo he disfrutado.
    Desarrolla.
    La casa de mi amigo está en medio de ninguna parte, lo cual ya es una sorpresa. Los sonidos son los de los animales y los del viento. Desde la ventana del dormitorio se ve el valle que se abre a sus pies. De noche se oyen los berridos de los ciervos…
    ¿O de los gamos?
    ¿Perdón?
    Qué si son ciervos o gamos.
    Joder Noche, no lo sé, bichos que berrean.
    Vale.
    Luego te enseño las fotos. Son alucinantes. Los cinco amaneceres han sido completamente distintos: uno fue transparente como si el aire se hubiese congelado; en otro, un mar de nubes cubrió el valle; en el siguiente la bruma lo inundó de misterio; el penúltimo lo empapó de lluvia y el último me brindó un maravilloso arcoíris.
    Dime, ¿qué más?
    ¿Te parece poco?
    Vamos, profesor, que nos conocemos. No te habrás conformado con esa colección de postales de amaneceres.
    Cuando veas las fotos…
    Vaaamos...
    ¿Sabes lo que más me ha sorprendido? Pues que no haya habido ni un solo día en el que no me haya atrevido con un camino nuevo y que no me haya llevado a algún sitio. Probé con todos los arranques de senderos que encontré y siempre, antes o después, llegué a algún lugar: una aldea, un molino, una tejera, la carretera, un aprisco… 
    No entiendo la sorpresa… ¿no están para eso los caminos?

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