—
¿Qué crees que es el
monolito?
—
Siempre he pensado que el
monolito es un símbolo de la evolución. Lo que vemos es el momento en el que el
antropoide inventa por primera vez un arma, lo cual es un gesto amargo, pero
también realista. Sin embargo, la siguiente aparición del monolito es más
amable, porque simboliza el salto del humano a las estrellas. Quizá también sea
símbolo de la curiosidad: a fin de cuentas, en ambos casos es la curiosidad lo
que propicia la transformación de mono a hombre y de hombre a superhombre.
—
Wow.
—
De todas maneras, esta es la
versión que me parece que nos quiso contar Kubrick, porque para Clarke el
monolito era algo mucho más prosaico.
—
¿El qué?
—
Un portal dimensional.
—
Ya, vaya… Yo pensaba…
—
Dime.
—
¿Sabes, Profesor? Desde la
primera vez que vi la película y sin entender muchas cosas, he visto en el
monolito algo matemático.
—
Sí, claro: su forma, sus
dimensiones, pero…
—
Luego, con el tiempo, he
explicitado esa primera impresión. Cuando has dicho lo de la curiosidad he
pensado que ibas a ir por ahí. El monolito es una estructura pura, una
abstracción encarnada. No representa nada, es pura geometría. Cuando un mono se
acerca al monolito y toca con miedo una de sus aristas lo hace con miedo, sí,
pero lo hace, pese a todo lo hace porque se siente fascinado por su perfección.
Podríamos pensar que se sorprende ante una cosa artificial, pero lo cierto es
que el pobre bicho aún no tiene categorías para distinguir lo natural de lo
artificial. Lo que le alucina es lo elemental de sus líneas. Cuando recorre con
su dedo y su mirada ese borde vertical siente su simpleza esencial. El mono se
encuentra por primera vez cara a cara con una idea. No es una forma rugosa e
impredecible más como las de las rocas, las charcas, las plantas o los cuerpos:
se trata de algo comprensible, reproducible, algo que la mente puede manejar.
Por eso pienso que el encuentro del mono con el monolito representa el
encuentro de la mente con el concepto.
—
Eso es profundo…
—
Pero, insisto, el encuentro,
el salto evolutivo si quieres, es matemático: los monos no se enfrentan ni a
una revelación ética, ni a una realidad física, ni a una afortunada casualidad:
lo que impulsa su salto es el encuentro entre la mente incipiente y algo
elemental, algo tautológico, extremadamente simple y en el fondo trivial. Es
decir: algo matemático.
—
No sé cómo tomarme esa
identificación entre lo simple y lo matemático.
— Bien, antropoide mío, tómatela bien.
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