sábado, 15 de diciembre de 2018

Dios

Noche y el Profesor están en el sofá, arrebujados bajo una manta. Ven en la televisión un documental en el que un guepardo da caza a una gacela Thompson, la muerde en el cuello y la aprieta hasta matarla. Noche dice

    Qué lindo gatito…
    Sí, un encanto.
    ¿Sabes?, no puedo imaginar qué clase de Dios ha podido diseñar un mundo como este.
    Un sádico.
    Pero eso no cuadra mucho con el dios de las barbas blancas.
    ¿Y quién dice que no tiene una doble vida? ¿O que no se le fuese la cabeza después de la Creación? ¿O que es un farsante? ¿O que padece amnesia? ¿O que es Satán disfrazado? ¿O que…
    Todo eso que dices es ilógico.
    Por supuesto, pero es que en ningún sitio dice que el universo deba responder a ninguna lógica.
    Como quieras, pero el dios en el que cree la mayoría no es como ninguno de los que citas.
    Bueno, pero la mayoría tampoco cree en ninguno de los dioses en los que cree la mayoría.
    ¿Perdón?
    Pues eso, que la mayoría cree en un dios, pero son más los que no creen en un dios en concreto que los que sí. Son más los que no creen en el dios cristiano que los que sí.
    Ya. Es interesante… pero nos hemos ido del tema, el dios sádico: ¿no te resulta inquietante pensar que somos capaces de creer en un dios sádico?
    Jenófanes dijo que si los caballos tuviesen dioses y manos para pintarlos, los pintarían con forma de caballo. Pesando así, es fácil entender por qué hemos imaginado dioses sádicos, crueles, vengativos y hasta genocidas.
    Sí, eso tiene lógica.
    Sí.
    Profesor…
    Dime.
    No entiendo: si sabemos que no existe, ¿por qué seguimos hablando de él?
    El lenguaje nos hace creer en aquello de lo que podemos hablar. El hecho de que exista la palabra Dios nos obliga a calificarlo, a discutirlo, a considerarlo como posible sujeto. Supongo que forma parte de nuestro imaginario colectivo, como los unicornios, las sirenas o los gnomos del bosque. Es un personaje más de la ficción que de críos nos proporcionan sobre el mundo.
    Pues vaya.
    Sí.

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