martes, 25 de diciembre de 2018

Hijos II

El Profesor está en la mesa de dibujo, escribiendo. Noche trabaja en el caballete en una ilustración llena de juguetes: una pelota con gajos de colores, muñecos de madera, un tren eléctrico, una grúa, una cocinita, un parchís, una cometa, un cohete de Tintín…

Dice Noche

    ¿Cuándo tomaste la decisión de no tener hijos?
    Nunca he tomado esa decisión. Más bien es al revés: nunca he decidido tenerlos.
    Entonces, ¿te has visto alguna vez con críos?
    Sí… Hace una vida, en la facultad, me dio por escribirle una carta a una amiga fechada diez años más tarde, como si viniese del futuro. En ella le hablaba de cómo era mi vida por aquel entonces. Recuerdo que mencioné tener mujer y también hijos.
    ¡Eh!, ¿y te los imaginaste?
    No recuerdo si lo hice entonces, pero después sí. Estamos en el día que compré mi primer coche. Nos montamos la chica con la que salía por aquel entonces y yo y nos pusimos a inspeccionarlo. Cuando terminamos de probar cada botón y cada palanca del salpicadero, miré para atrás. Fue raro, porque no era algo que tuviese en mi cabeza, pero de pronto me imaginé a dos críos allí sentados.
    Parece un anuncio.
    Sin duda lo era: mi mente estaba llenando aquel espacio vacío siguiendo los dictados de la publicidad.
    ¿Eran rubitos con ojos azules?
    No, que va: éramos mi hermana y yo.
    Wow: el eterno retorno de lo idéntico.
    Exacto. No creo que haya más que eso, una costumbre que nos enlaza con una ameba de hace cuatro mil millones de años.
   
   
    Profesor.
    Dime.
    Estoy pensando que tú y yo podríamos…
    Ni lo sueñes.
    Déjame terminar. Podríamos ensayar cómo se hacen los niños…
    Que no.
    Venga, Profesor, tómatelo como un experimento.
    Que no.
    Venga…




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