Dice Noche
—
¿Cuándo tomaste la decisión
de no tener hijos?
—
Nunca he tomado esa decisión.
Más bien es al revés: nunca he decidido tenerlos.
—
Entonces, ¿te has visto
alguna vez con críos?
—
Sí… Hace una vida, en la
facultad, me dio por escribirle una carta a una amiga fechada diez años más
tarde, como si viniese del futuro. En ella le hablaba de cómo era mi vida por
aquel entonces. Recuerdo que mencioné tener mujer y también hijos.
—
¡Eh!, ¿y te los imaginaste?
—
No recuerdo si lo hice
entonces, pero después sí. Estamos en el día que compré mi primer coche. Nos
montamos la chica con la que salía por aquel entonces y yo y nos pusimos a
inspeccionarlo. Cuando terminamos de probar cada botón y cada palanca del
salpicadero, miré para atrás. Fue raro, porque no era algo que tuviese en mi
cabeza, pero de pronto me imaginé a dos críos allí sentados.
—
Parece un anuncio.
—
Sin duda lo era: mi mente
estaba llenando aquel espacio vacío siguiendo los dictados de la publicidad.
—
¿Eran rubitos con ojos
azules?
—
No, que va: éramos mi hermana
y yo.
—
Wow: el eterno retorno de lo
idéntico.
—
Exacto. No creo que haya más
que eso, una costumbre que nos enlaza con una ameba de hace cuatro mil millones
de años.
—
…
—
…
—
Profesor.
—
Dime.
—
Estoy pensando que tú y yo
podríamos…
—
Ni lo sueñes.
—
Déjame terminar. Podríamos
ensayar cómo se hacen los niños…
—
Que no.
—
Venga, Profesor, tómatelo
como un experimento.
—
Que no.
—
Venga…
No hay comentarios:
Publicar un comentario