miércoles, 26 de diciembre de 2018

Vámonos

La luz que entra por la ventana nos dice que es de día. El Profesor está en el ordenador, escribiendo. Noche, vestida de invierno, con guantes, bufanda, gorro, plumas, nos mira y dice

    ¡Vámonos!
    ¿Adónde?
    A la calle, a un parque, a un jardín, a buscar un acantilado, una cima, a colonizar una terraza y sentarnos o tumbarnos o lo que podamos y mirar al sol con los ojos cerrados y dejar que su calorcillo invernal nos caliente las mejillas.
    Noche, tengo que trabajar…
    Vámonos, Profesor, abrígate y vámonos, te voy a llevar al Retiro y te voy a pedir un café con un chispazo de algo, como a ti te gusta, y vamos a ver pasar a las mucamas con sus bebes, y a las parejas de enamorados dándose calor, y a los jubilados que rumian en silencio las batallitas que luego le contarán a sus nietos.
    Noche, ahora estoy liado con…
    Vámonos, Profesor, vámonos, si quieres vámonos a la sierra, te llevaré a la nieve, y veremos a los críos deslizarse como locos en sus trineos, y a sus padres felices de ver a sus niños felices, y a guapos  montañeros preparar sus equipos justo antes de coger los senderos que les llevarán a las cumbres.
    Noche, hoy no…
    Profesor, por favor, vámonos, ¿no lo entiendes? Vámonos, por favor.

El Profesor, por primera vez, aparta la mirada del ordenador, mira a Noche y ve su rostro devastado por las lágrimas. 

    ¿Sabes que me ha sonado bien eso del chispazo? Vámonos.

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