domingo, 10 de febrero de 2019

Encantador

El Profesor, sentado en la mesa de dibujo, está enfrascado en la lectura de Los objetos fractales de Mandelbrot. Noche está tumbada en el sofá, mirando hacia arriba. Entonces mira al Profesor y dice

    ¿Profesor?
    ¿Mmm?
    Estaba recordando aquella mañana, cuando me trajiste champán y bombones para desayunar.
    ¿Sí?
    Fuiste encantador.
    Tú te lo mereces.
    No seas zalamero, no te pega. Lo que me pregunto es… ¿por qué no eres tan encantador más veces?
   
    ¿Profesor?
    Porque no quiero gustarte demasiado.
    Eres un hijo de puta.
    No te enfades conmigo, deja que me explique.
    Dale.
    Todo esto es un problema semiótico.
    Estaba segura.
    No sé cuánto tiene de genético o de cultural, pero las mujeres sois sensibles a ciertos comportamientos…
    Sigue, sigue, que esto cada vez me gusta más.
    … comportamientos de los que sacáis conclusiones erróneas.
    Como… ¿por ejemplo?
    Los gestos encantadores. Lo que en el hombre forma parte del flirteo, la mujer puede interpretarlo como una declaración de sentimientos.
    Es decir, que vuestra danza para follar nosotras la interpretamos como una petición de mano.
    Yo no lo diría en esos términos, pero…
    ¿Por eso no me traes más champán para desayunar?
    Bueno, por eso y por la cosa de la salud…
    Querido, ya que no puedo esperar otra cosa de ti, por favor, no te cortes con el champán.
   
    Ni con los bombones.




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