La película de Huston acaba de terminar. En
la pantalla extradiegética se ve la imagen fija de los protagonistas. Noche no
sabe qué decir y dice
—
Vaya.
—
Sí.
—
Se lo queda Ava.
—
Sí.
—
Vaya trofeo.
—
Sí, un despojo.
—
Sin embargo, todas querían
cazarlo…
—
Como a la iguana —apunta el
Profesor.
—
… aunque, sí te fijas, cada
una le quiere para una cosa distinta: la heredera adolescente para domarlo; la voluptuosa
dueña del hotel para cuidarlo y la virginal pintora para salvarlo.
—
Pero la pintora renuncia.
—
Porque sabe que el tipo no
tiene salvación.
—
El mensaje de la película es
un poco extraño, ¿no? Parece como si el valor del hombre fuese precisamente ser
un desastre.
—
Para mujeres fuertes sí. ¿Qué
haría cualquiera de ellas con un hombre seguro de sí mismo, con un triunfador?
—
Ya.
—
Vaya asquito —dice Noche
mientras simula un gesto de repelús.
Se quedan es silencio. Noche mira de reojo
al Profesor que, muy serio, mira a ningún sitio. Entonces le dice
—
Cariño, tú eres del tipo
desastre.
—
…
—
…
—
Qué alivio.
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