En el centro del salón hay un velador, en
el centro del velador se ve una cubitera plateada y en el centro de la cubitera
una botella asoma su esbelto cuello. El Profesor limpia su pescado con
precisión quirúrgica. Noche parece escarbar en él como un pájaro. Entonces dice
—
Profesor, ¿quieres limón?
—
¿Limón? ¿Tú sabes de dónde
viene la costumbre de echarle limón al pescado? Antes, cuando no se sabía nada
de cadenas de frío y mucho menos de neveras y congeladores, que el pescado
llegase fresco a la mesa era un milagro. Entonces, para disimular el tufo, le
gente le echaba limón. Que con ello se matase el sabor de la carne del pez era
un precio pequeño comparado con el beneficio de matar el olor a pescado podrido
que te llegaba cuando te acercabas el tenedor a la boca.
—
Muy interesante, Profesor, sí,
de veras, pero, ¿quieres limón o no?
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