La oscuridad es total en el salón. De
pronto, se enciende la pantalla extradiegética y aparecen en su parte inferior
dos botones con la imagen de un teléfono, uno rojo y otro verde. En la parte
superior se puede leer “Noche”. Al mismo tiempo se escucha un tono de llamada.
Suena una vez, dos, tres veces. Por fin se ve la pulsación sobre el botón verde
y se oye al Profesor decir
— Noche, ¿ocurre algo?
— No, Profesor, no pasa nada: solo quería escuchar tu voz, saber que estás ahí
— Sí, estoy aquí, con Lorenzo, y…
— Venga, cuelga, que ya sé que odias el teléfono.
— Gracias Noche...
— …
— … por llamarme.
— Guapo.
— Anda, cuelga.
— No, cuelga tú.
— No, tú.
— Noche, ¿ocurre algo?
— No, Profesor, no pasa nada: solo quería escuchar tu voz, saber que estás ahí
— Sí, estoy aquí, con Lorenzo, y…
— Venga, cuelga, que ya sé que odias el teléfono.
— Gracias Noche...
— …
— … por llamarme.
— Guapo.
— Anda, cuelga.
— No, cuelga tú.
— No, tú.
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