domingo, 1 de septiembre de 2019

La gata de Lorenzo

Noche está sentada en el suelo, inmóvil. Entra el Profesor de la calle y, al verla, pregunta

    ¿Qué haces ahí?
    Esperarte.

Entonces Noche se levanta de un salto  y se lanza sobre el Profesor.

    Te he echado de manos.
    Y yo a ti, preciosa.
    Oye, ¿y estos arañazos?
    Ya sabes, la gata de Lorenzo.
    Y esa gata, ¿tiene nombre o se llama así, La gata de Lorenzo?
    No, no se llama así.
    Pero tiene nombre.
    Sí.
    Y es…
   
    ¿Profesor?
    Noche, se llama Noche.

A Noche se le enciende la cara de felicidad y pregunta

    ¿Le pusiste tú el nombre?
    No, fue Lorenzo...
    Qué majo, qué…
    Es una casualidad. Lorenzo tiene la gata desde hace más de diez años, desde que se la encontró abandonada en el jardín.
    Casi me gusta más así. Dos preguntas: ¿Por qué le llamó Noche? Y, sobre todo, ¿por qué no me lo has dicho antes?
    Le llamó Noche porque es blanca…
    Blanca como la noche...
    Y no te lo dije para que no pensaras cosas raras.
    ¿Cosas raras?
    La gente tiende a sacar conclusiones de las casualidades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario