El Profesor escribe. Noche pinta una playa
onírica. Dice
—
La hija de Gala recordaba que
de niña había tenido pesadillas en las que Buñuel estrangulaba a su madre. Un
día, ya mayor, vio una fotografía en la que Buñuel simulaba estrangular a Gala
con sus grandes manazas rodeando su cuello. Entonces supo que sus recuerdos
eran reales, no pesadillas, que lo había visto, que había visto cómo Buñuel
asfixiaba a su madre, aunque no había entendido la pantomima.
—
Quizá sí, quizá Buñuel sí
quisiese estrangular a Gala, aunque solo se atreviese a simularlo. Quizá la
niña vio la verdad.
—
Eh, eso es bueno.
—
Luego se hizo mayor y la
mirada convencional le hizo mandar aquel recuerdo al cajón de las pesadillas.
—
Hasta que una fotografía
colocó las cosas en su sitio.
—
No del todo: nunca sabremos a
ciencia cierta si Buñuel escenificó su deseo o tan solo jugaba.
—
¿Hay que elegir? —pregunta
Noche—. Quizá todas las alternativas fuesen ciertas, quizá Buñuel le estaba
diciendo: podría asfixiarte, pero no quiero hacerlo, o no puedo, aunque jugar
sí que...
—
Si tuviésemos muchas vidas
podríamos hacerlo todo: jugar en una, amenazar en otra, asfixiar en una
tercera…
Se quedan los dos callados, quizá pensando. Por fin concluye Noche
— Pero solo tenemos una.
—
De ahí la melancolía.
—
Sí.
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