El Profesor dormita, o quizá piensa, en el
sillón de orejas. Noche está en el sofá leyendo un grueso volumen encuadernado
con pasta española. Dice
—
Escucha la definición de sevicia que da el DRAE: ‘crueldad
excesiva’. Me encanta: ‘crueldad excesiva’.
—
Es una idea exquisita y
sugerente.
—
¿Ah sí? ¿Y qué te sugiere?
—
Pensar, por ejemplo, en
crueldades no excesivas.
—
Por ejemplo…
—
Hacer ese tamborileo con los
dedos que sabes que molesta al de al lado.
Noche piensa un momento antes de decir
—
Alegrarse de que les lloviese
a unos amigos en su fin de semana.
—
Decir eso de “estás muy bien
para la edad que tienes" —replica el Profesor.
—
Recordarle a una amiga que de
niña era gorda.
—
Sonreír al ver cómo un coche
al pasar por un charco salpica a los de la parada del autobús.
—
Reírse del que choca con una
farola por ir mirando el móvil.
—
Torcer un cuadro.
—
Pisar lo fregado.
—
Tachar de imbécil al autor
favorito del otro.
—
Hacer a sabiendas un spoiler.
—
Corregir a alguien en
público.
—
Tontear con el chico de otra.
—
Terminarte la última botella
de vino.
—
Contar en voz alta lo bien
que te va.
De pronto se quedan ambos
callados y pensativos. Por fin dice el Profesor.
—
Esa última ha sido cruel de
verdad.
—
Sevicia.
—
Sí.
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