Noche está leyendo La espuma de los días. Termina la última página, cierra el libro y
lo deja sobre la mesa. Sus ojos se llenan de lágrimas.
—
Noche, ¿lloras?
—
Siento un nenúfar en el
corazón.
—
Te rodearé de flores y
sanarás.
—
Profesor, estamos en el lado gris.
—
Sí.
—
¿No podemos saltar al lado luminoso?
—
Lorenzo dice que quizá baste
un acto de voluntad.
—
Pero tú no lo crees.
—
Lo creí, pero ahora estoy
cansado.
—
Lo tienes que hacer por mí,
tenemos que decidir estar allá y no acá, tenemos que irnos de aquí, Profesor,
tienes que hacerlo por mí.
Noche se acurruca al lado del Profesor y
cierra los ojos. Poco a poco su respiración se hace más y más regular hasta que
cae dormida. El Profesor, sin embargo, parece mirarnos fijamente como si
intentase con un puro acto de voluntad hacernos desaparecer.
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