El Profesor, sentado en la mesa de dibujo, teclea indolente. B dormita en el sillón de orejas. Noche da vueltas por
el salón como una leona enjaulada. Dice
— Profesor… ¿estás con la nueva novela?
— Profesor… ¿estás con la nueva novela?
—
No: le doy vueltas, pero se
me resiste.
— ¿Y
nuestras conversaciones? ¿Sigues escribiéndolas?
— En
realidad escribo las conversaciones que no tenemos.
—
¿Qué sentido tiene eso?
—
Hacer literatura, tal como yo
lo entiendo, consiste en explorar el reino de las posibilidades.
—
¿Nuestras conversaciones no
te parecen lo suficientemente interesantes?
—
Claro que sí: por eso no
puedo dejar de imaginarme más.
—
Viciosillo…
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