Noche, descalza y vestida con su mono negro
de tocar la flauta, toca la flauta. Parece Anderson. De pronto una nota
suena terriblemente mal. Noche deja de tocar y dice
—
Se me ha ocurrido… Piensa en
esas melodías que en cierto momento te llegan de un modo total, te colonizan y
te hacen sentir pleno, como si fuesen una manifestación completa de ti mismo.
—
Cada vez me recuerdas más a
mí.
—
Me lo tomaré como un
cumplido. Pero, ¿sabes a qué me refiero?
—
Perfectamente.
—
Entonces imagínate ahora una
máquina capaz de crear esa melodía perfecta para ti en cada instante.
—
¿En cada instante?
—
Sí, porque la melodía se
desarrolla en el tiempo, y a medida que el tiempo pasa su escucha te cambia,
eres otro, y por tanto tu melodía perfecta es otra. Por eso la máquina, atenta
a los cambios de tu sensibilidad, va modificando en tiempo real la melodía para
adaptarla a ti.
—
Eso me convertiría…
—
¿Sí?
—
En un perfecto idiota feliz.
—
Exacto. La pregunta ahora es,
¿eso es bueno o no?
—
Me estás preguntando si ser
un idiota feliz es bueno.
—
Sí.
—
Yo no puedo saberlo.
—
Pero mira que eres engreído.
—
Es que no soy feliz.
—
Perdón…
No hay comentarios:
Publicar un comentario