domingo, 2 de febrero de 2020

Supervivencia

Noche lleva un vestido de tirantes que cuelga de sus hombros con la naturalidad de una segunda piel. Por aquí y por allá sutiles estampados de flores naranjas, azules, moradas, rompen la monotonía del negro. El Profesor entra de la calle, ve a Noche  y dice

    Estás preciosa.
    Gracias, Profesor.
    ¿Sales?
    No.

De pronto, como si volviese de algún tipo de estasis, el Profesor pregunta

    ¿Y ese biombo?

El biombo en cuestión es espectacular, de seda, con los inevitables y evocadores motivos chinos. Les oculta el centro del salón, aunque no a nosotros, que vemos un velador, una cubitera con una botella renana y un bol con una montañita de huevas negras.

    Es bonito, ¿verdad? —dice Noche, mientras lo aparta con cuidado.
    Eh, caviar, vino, ¿qué celebramos?
    Que nada ha cambiado desde ayer.
    ¿No eres muy joven para decir esas cosas?
    Cada día me asombro de que sigamos vivos.
    Eso es trivial: lo hacemos todos los días siete mil millones de seres humanos.
    Pero no siempre los mismos.   


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