lunes, 30 de marzo de 2020

El viejo futuro

Noche está sentada en el sofá: inspecciona, sin orden aparente, un montón de artefactos desparramados en la mesa de café, entre los que se distinguen un reloj de arena; un cronómetro; un viejo despertador de cuerda y campana; un reloj de sol portátil, con su brújula y su cuerda; un reloj de pulsera de esfera redonda y agujas; uno también de pulsera pero con pantallita de cristal líquido; una clepsidra; un reloj despertador con proyector cenital; un reloj de consola estilo imperio con una figura de Diana cazadora agarrando un corzo; un corazón humano de plástico; un reloj de bolsillo con tapa y leontina dorada; un reloj de cuco con aspecto de souvenir barato; un reloj de pulsera con la silueta de Corto Maltés en blanco y negro dibujada en la esfera; otro similar pero con la imagen de Bugs Bunny en color; un reloj blando y un pequeño reloj de péndulo. De pronto, dice
  
    ¿Te das cuenta, Profesor? Todo se ha cancelado: planes, citas, revisiones, espectáculos, vacaciones, congresos, actos notariales, exámenes, encuentros, comparecencias, enfrentamientos, conferencias, viajes, lances amorosos, conciertos, duelos, debates, todo, todo cancelado.
    Sí.
    ¿Te das cuenta? Se ha cancelado el futuro.
    No exactamente.
    ¿No?
    No. Lo que pasa es que el futuro se ha desembarazado del calendario y ha vuelto a ser el futuro de siempre.
    ¿Y qué futuro es ese?
    Justo el que viene después del hoy.
    Mañana.
    No hay otro.

B, que desde el sillón de orejas andaba sobrevolando hasta ese momento la Pampa, dice

    Son tres las sustancias del tiempo: la sombra, el agua, la arena.
   
    Aunque quizá haya que añadir la sangre.

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