sábado, 9 de mayo de 2020

Un futuro a la espalda

El Profesor mira el portátil. Con la mano izquierda hace movimientos como si marcase un ritmo musical. Un simple cuatro por cuatro, para ser exactos. Noche, subida a la escalera de la librería, hojea un libro. Pone gesto de haberlo encontrado y, desde allí arriba, dice

    Hoy, andando por la calle, he visto el futuro.
    ¿?
    Al doblar la esquina, enfilar la calle y ver a lo lejos el portal he pensado que en unos minutos iba a estar aquí. Entonces me he dado cuenta de que estaba teniendo una visión del futuro.
    Qué chulo: por eso siempre colocamos el futuro por delante.
    Exacto. Pero mientras venía al encuentro del futuro, me he preguntado si sería universal, si colocar el futuro por delante sería una constante. Pues no: acabo de encontrar que hay pueblos que sitúan el futuro detrás.
    ¿Detrás? ¿Por qué?
    Profesor, piénsalo, la metáfora es potente: frente al pasado conocido, el futuro es lo desconocido, lo que no podemos ver. Lo que está a nuestra espalda. Lo que vemos, lo conocido, es el pasado.
    Tienen claro que caminamos a ciegas.
    Literalmente de espaldas.
    ¿Quiénes son?
    Los indios aimaras.
    Sabios.

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