Noche, en medio del salón y delante del caballete, dibuja con carboncillo sobre un lienzo. B, en el sillón de orejas, repasa la lista de las metáforas. Entonces, como si hubiese escuchado el roce del carboncillo sobre el lienzo, va y dice
—
¿Qué dibujas?
—
Te dibujo a ti.
—
No soy más que arrugas.
—
Eso dibujo.
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