El profesor entra de la calle. Noche estudia un cuadro en el que se ve la Gran Vía desolada.
— ¿Qué
tal el paseo?
— Raro.
— ¿La
calle, los espacios abiertos?
— No:
la gente.
— ¿Por…?
— A ti
te lo puedo decir: he sentido repugnancia. Me he acordado de Gulliver. Cuando
después de sus viajes volvió entre los humanos, sintió asco de todos, hasta de
su familia, hasta de su propio rostro reflejado en el espejo. Algo así he
sentido.
— Has
regresado a un estado primitivo.
— ¿Primitivo?
— Dícese
del tiempo previo a convertirnos en plaga.
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