lunes, 18 de octubre de 2021

El enfado de Noche

Noche no deja de moverse. Ordena sus pinceles y rotuladores, hace malabares, salta la comba, clasifica las camisetas por temas, se estira de mil maneras imposibles, mira por la ventana mientras tabalea con los dedos el cristal invisible. El Profesor, sentado en el sofá, la mira.

Por fin dice

    Noche, sigues enfadada.
    He tenido un año para alimentar mi enfado. Imagínate. 
    ¿Qué puedo hacer?

Noche se da la vuelta, se pone lentamente a cuatro patas, se acerca hasta el sofá y de pronto, de un brinco, se tira encima del Profesor y le derriba. Con su cuerpo encima del suyo y su cara muy cerca de la de él, dice

    ¿Un revolcón? ¿Qué tal un revolcón para hacer las paces? ¿Eh?
    Noche, sabes que no…
    Así que seguimos con esas —dice Noche mientras juega con el pelo del Profesor—. Por lo menos me habrás traído un regalo.
    Lo cierto es que sí.
    Pero, ¡¿a qué esperas para dármelo?!
    A que se te pase el enfado.
    Pero, ¿qué enfado? Vamos, dámelo. Ya.

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