Noche lleva una camiseta morada con el dibujo de un cerebro y el texto “problem solver” estampados en el pecho. Está sentada en el sofá y lee Hasta el final del tiempo, de Brian Greene. Va y dice
—
¿Sabes lo que
es un cerebro de Boltzman?
El Profesor, desde el sillón de orejas, mira
por encima de las gafas a Noche, pone cara de saber la respuesta y contesta
—
Sí, es un cerebro surgido de
la nada, por azar, con sus recuerdos, su conciencia de sí y todo lo demás.
—
¿Eso puede pasar?
—
En un universo cuántico, como
parece que es el nuestro, todo lo posible pasa. Tan solo hace falta esperar lo
suficiente.
Noche da vueltas por el salón, hace
equilibrios sobre una pierna, da pequeños saltos, niega con la cabeza y, por
fin, dice
—
Pero esos cerebros serían
falsos.
—
Define falso.
—
Ya estamos. Serían falsos
porque sus recuerdos no corresponderían a nada real, porque no serían más que una
simulación, un trampantojo, una ficción, mientras que nuestros recuerdos...
—
¿…?
—
¿…?
—
¿…?
—
Joder. ¿Quieres decir que soy
un cerebro de Boltzman?
—
Bueno, también lo puedo ser yo.
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