lunes, 29 de agosto de 2022

El día de la marmota

El Profesor piensa con los ojos cerrados en el sillón de orejas. Noche está viendo en la televisión los créditos finales de El día de la marmota. Dice

    Es fascinante.
    Precisa.
    Cada día, a la seis de la mañana, todo comienza de nuevo. Da igual lo que hagas: a las seis de la mañana suena el despertador y todo vuelve a empezar exactamente en el mismo punto. Al repetirse el mismo día una y otra vez el tiempo deja de tener sentido. Al reiniciarse cada mañana los acontecimientos dejan de tener consecuencias. No hay causalidad. No hay, y eso es lo que me llama la atención, moral que valga. ¿Qué más da que asesines si mañana el muerto amanece vivito y coleando y sin recuerdo de agresión alguna? No hay diferencia entre un acto otro: a fin de cuentas todo queda olvidado a las seis de la mañana del día siguiente.
    La abolición del tiempo supone la abolición de la ética.
    Justo eso quería decir, Profesor.
    La película planteará un conflicto.
    El protagonista recuerda. Es el único que recuerda, pero lo recuerda todo. 
    Eso es interesante. Lo que le limita le hace libre. Vive enclaustrado en un bucle sin fin, pero en cada ciclo es absolutamente libre: ¿te imaginas ser absolutamente libre?
    Ese es el asunto, que no me lo imagino. Tampoco lo hace el director, por cierto.
    No se atreve.
    No.
    ¿Cómo termina la película?
    Mejor lo dejamos.


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