El Profesor tontea con el ordenador. Noche lleva una camiseta con un reloj de arena estampado en el pecho. Chasca los dedos repetidamente como marcando un ritmo. Va y dice
—
¿No crees en el tiempo?
—
No.
—
Por tanto, no crees ni en la
lógica ni en la ética.
—
No.
—
Sin embargo, juzgas y actúas.
—
Sí.
—
No lo entiendo.
—
Porque vivo en un como
si.
—
No lo entiendo.
—
No creo en el tiempo, pero la
ilusión del tiempo es demasiado fuerte. Podría aceptar este momento como el
único existente, sentarme y vivirlo por toda la eternidad, pero lo cierto es
que si lo hago me aburro y entonces actúo como
si existiese el tiempo. Supongo que la mayoría de los instantes son
instantes de huida de instantes de aburrimiento y que vivo precisamente en uno
de esos instantes de huida.
—
¿Y que te aburras no te dice
nada acerca de la existencia del tiempo?
—
No. Eso sería darle crédito a
las sensaciones.
—
Y eso nunca.
—
No.
—
¿Y a la razón sí?
—
Tampoco.
—
…
—
…
—
Mientras pienso lo que opino
de tu mente, podrías descorchar un cabernet. ¿O no?
—
No se me ocurre otro instante
mejor que ese para pensarlo eterno.
—
¿Quizá el del primer sorbo?
—
Touché —reconoce el Profesor mientras se levanta y se dirige al lugar que
sea donde esconde el cabernet.
No hay comentarios:
Publicar un comentario