La oscuridad del salón apenas se ve rota por el rubor del crepúsculo. Por la ventana entra una suave brisa con olor a jazmín. Noche, sorprendida, dice
—
Wow! Huele a flores.
—
Jazmín. Sí.
Noche y el Profesor, sentados en el sofá, hombro con hombro, beben vino blanco.
—
Este vino es nuevo.
—
Sí, es un sauvignon blanc que me ha regalado
Lorenzo.
—
Está riquísimo.
Noche apura la copa y se la presenta al Profesor. Entonces este se incorpora, saca la botella de la cubitera, la rodea con un paño para que no gotee y le echa más vino dorado. Brindan, dan un sorbo, dejan las copas sobre la mesa y vuelven a apoyarse uno en el otro.
—
¿Eso que suena? ¿Mompou?
—
Sí, la Música callada.
—
…
—
…
—
¿Sabes qué? Voy a cerrar un
poco los ojos… —dice Noche mientras se acurruca bajo el brazo del Profesor.
—
Duerme tranquila. Cuando
despiertes seguiré aquí.
—
Vale, dinosaurio.
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