El Profesor coge un trozo de atún rojo y se lo lleva a la boca. Lo paladea, deja que se deshaga en la boca, toma un sorbo de vino y dice
—
Nada me sabe a nada.
—
Te estás desvaneciendo.
—
Ya…
—
…
—
Noche, esta habitación, ¿es
real?
—
Aproximadamente. Si acaso, un
poco más grande que la de verdad.
—
¿Y los libros?
—
¿Qué pasa con los libros?
—
Pues que realmente parece la
biblioteca de alguien mayor.
—
Parte es heredada.
—
¿De tus padres?
—
De un tío. Era profesor.
—
Por eso yo soy el…
—
En parte.
—
…
—
…
—
No podrías esforzarte un
poco, solo un poco…
—
¿Para qué?
—
Para que el vino me sepa a
algo.
—
Venga.
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